Ya en 1934 el Señor le afirmaba a
Alejandrina: “Te escogí para felicidad de muchas almas”. Y le pedía: “Ayúdame en
la redención del género humano, Yo haré de ti un canal por donde las gracias
pasan a las almas, pero te pido muchos y grandes sufrimientos”.
En 1935, en el día de la Inmaculada, Jesús
le promete: “Serás un poderoso auxilio para las almas de los pecadores, eres la
víctima de mis Sagrarios”.
En los últimos años le pide con
insistencia: “Haz que yo sea amado de todos en mi Sacramento de amor: el mayor
de los Sacramentos, el mayor milagro de mi Sabiduría, procura almas eucarísticas
que después de tu muerte vengan a rendirse en la adoración a mis Sagrarios”.
Y en otra ocasión le prometía: “Los
pecadores vendrán a tu sepultura, tan numerosos como las hormigas”.
Ante los pedidos del Esposo celeste,
Alejandrina nunca rehusó un solo instante de
inmolación con el fin de reparar el
abandono en que es dejado en el Sacramento del altar, y para salvar las almas de
los pecadores: “Daría toda mi sangre por ellos — escribe en su Diario — para
disipar su ceguera y para que se iluminen con los encantos del amor de Dios”.
Cuando Alejandrina voló al cielo, fueron a
su funeral más de 5 mil personas de todas las categorías sociales, profesores
universitarios, médicos, abogados, comerciantes, industriales, artistas,
sacerdotes y una multitud enorme de gente modesta y sencilla. Concurrieron
también, llorosos, cientos de pobres que ella había ayudado, sobre todo en los
últimos diez años.
“Su funeral – escribía días después
Deolinda- fue un espectáculo nunca visto”. Y la gente exclamaba “Nunca veremos
otra vez algo igual”.
El cuerpo virginal de Alejandrina, según
su deseo, fue sepultado con el rostro volteado hacia la iglesia parroquial,
centinela vigilante del Sagrario e invitación elocuente a la devoción
eucarística.
Alejandrina, años antes de morir, escribe
en una página de su Diario: “Sobre mi sepultura no quiero lujos ni cosas vanas,
solamente palabras de advertencia”. En efecto, en 1947, en una pequeña hoja,
ella escribe una llamada a los pecadores, que desea que se grabe en su
sepultura: “Pecadores, si las cenizas de mi cuerpo pueden ser útiles para
vuestra salvación, aproxímense, pasen por encima de ellas, písenlas hasta que
desaparezcan, pero no pequen más. No ofendan más a nuestro Jesús. Pecadores,
quisiera decirles tantas cosas, pero no bastaría este grande cementerio para
escribir todo. Conviértanse, no quieran perder a Jesús para toda la eternidad.
¡Él es tan bueno! ¡Ámenlo! ¡Basta de pecar!”.
Consumida en el dolor por los pecadores,
también les dejó sus cenizas en herencia a los pecadores. Sólo Dios sabe las
lágrimas que estas palabras de Alejandrina han arrancado a tantos corazones,
aunque quizá también los sacerdotes que en Balasar reciben las confesiones de
los peregrinos.
Aún hoy, años después de la desaparición
de ese serafín de amor, víctima voluntaria por los pecadores, todos los meses
pasan por su sepultura, miles de personas de todas las naciones.
“Vendrán como hormigas al hormiguero”,
gracias a la generosa correspondencia a una llamada divina, entre Alejandrina y
las almas perdidas se ha creado una corriente espiritual tan fuerte que el
tiempo no podrá más acabar.
“Pecadores, pasé mi vida sufriendo y
pasaré mi cielo pidiendo por ustedes, “ Llamada misteriosa de esa tumba, desde
hace años trasladada a la iglesia parroquial, se está verificando lo que
Alejandrina le dice un día a su hermana Deolinda y a la profesora de la aldea:
“En el cielo estaré como el pobre ciego a la vera del camino, con la mano
extendida, pidiendo limosna, yo pediré muchas Gracias a Dios, para expandirlas
por toda la tierra”.
La llamada de Alejandrina no murió con
ella, hallo eco en el espacio, como Dios le había prometido: “Tu nombre llegará
hasta los confines del mundo. Y así, el Padre Humberto Pasquale, su Director
salesiano, que bien conociera las ansias de Alejandrina, le dio cuerpo a ese
llamado y fundó una Asociación Universal para la conversión de los pecadores.
El Concilio Vaticano II puso en evidencia
la necesidad de la colaboración que todos los fieles pueden prestar a la obra
del Salvador, “Yendo a llamar a los pecadores” (Mt. 9,12)
En los documentos del Concilio, se lee:
“Todos los trabajos y oraciones, cuando son realizados en Gracia de Dios, hechos
por Jesucristo y en la celebración de la Eucaristía, son piadosamente ofrecidos
al Padre, junto con la oblación del Cuerpo del Señor se convierten en
sacrificios espirituales agradables al Cielo”. (Const. Dog. Sobre la Iglesia,
No. 34).
Y agrega: “Sabemos por la fe que,
ofreciendo a Dios su trabajo, el hombre se asocia a la obra redentora de Cristo”
(Const. Pastoral sobre la Iglesia, No. 67).
Y al final, el mensaje: “A los pobres, a
los enfermos, a todos aquellos que sufren, el Concilio afirma: ustedes son
hermanos de Cristo que padece, si quisieran, salvarían al mundo”.
Nuestra Señora, en Fátima, recomendaba a
los pastorcitos: “Recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores, muchas
almas van para el infierno porque no hay quien rece y se sacrifique por ellas”.
Alejandrina, en los primeros años de su
enfermedad, nos dice: “Todas las mañanas rezaba mis oraciones y ofrecía los
trabajos del día y después acrecentaba: “Jesús, quiero unirme espiritualmente, a
partir de este momento y para siempre, a todas las Misas que de día y de noche,
se celebran en la tierra. Y tú, Jesús mío, inmólame contigo en todos los
instantes sobre el altar del Sacrificio. Me ofreces contigo al Padre Eterno por
las mismas intenciones con que Tú te ofreces”.
A la luz de la doctrina del Concilio,
según el llamado de Nuestra Señora de Fátima
y estimulados con el ejemplo de
Alejandrina, fueron colocados en su cuarto donde ella tanto rezó y tanto se
inmoló, gruesos registros para que se inscribieran sus devotos en la Asociación
Universal para la conversión de los pecadores. Y han llegado adhesiones de todo
el mundo. También Italia tiene su registro, quien desee unirse a esta cruzada
podrán enviar su nombre y dirección para las Oblatas del corazón de María – Via
Pó, 30-10036 .Séttimo Torinese. Ellas lo transmiten a Balasar- Portugal.
Se aconseja escoger por lo menos dos de
las siguientes obras, según sus posibilidades y modo de vida, para cumplirlas
espiritualmente unidos a Jesús Eucarístico, y a los Asociados de todas las
naciones:
1.- Mandar celebrar, al menos una vez por
año, una Misa por la remisión de los pecados.
2.- Participar en una Misa semanal por la
conversión de los pecadores.
3.- Una comunión mensual.
4.- Una visita semanal al Santísimo
Sacramento.
5.- Comunión espiritual diaria, durante
una semana.
6.- Ofrecer el trabajo diario, por una
semana, en unión de las Santas Misas, que de día y de noche, se celebran en el
mundo entero.
7.- Ofrecer una hora de sufrimiento,
unidos a Jesús sobre los altares, a los enfermos y atribulados y a las víctimas
voluntarias de todo el mundo.
8.- Rezo diario del Rosario, durante una
semana, intercalando en cada misterio la jaculatoria enseñada por la Santísima
Virgen de Fátima: “Jesús mío, perdónanos y líbranos del fuego del infierno,
lleva al cielo a todas las almas y socorre a las que más lo necesitan.
9.- Rezar la jaculatoria: “María, refugio
de los pecadores, ruega por nosotros”.
Alejandrina ya es Beata, la Curia de Braga
inició el proceso en 1967, sobre su fama de santidad y heroicidad de sus
virtudes. Fueron interrogados 48 testigos que la conocieron. En 1973 se cerró en
proceso diocesano, y toda la documentación pasó a las Congregaciones Romanas. En
diciembre de 1976 fueron aprobados todos sus escritos. En 1977 se imprimieron
los testimonios para el proceso en cuatro gruesos volúmenes, para llegar al
juicio final del tribunal romano.
En el Boletín Salesiano de Mayo de 1981,
se extraen las noticias: “También la Causa de Alejandrina María da Costa,
Cooperadora Salesiana, ha tenido un notable progreso: fueron presentados, el
Sumario y una Información que recoge los principales testimonios sobre sus
virtudes, además de la rica serie de las “Cartas Postulatorias” en su favor y
por fin, una memoria doble sobre los puntos más importantes de su vida
El examen de los escritos de Alejandrina
tiene un éxito lisonjero y esto es particularmente importante tratándose de
escritos de carácter místico. Pero, en vista del serio y apreciado juicio
favorable formulado por los censores de los escritos que se pudo obtener la
dispensa de un nuevo examen por parte de los especialistas en mística y
psicología, que es norma en estos casos”.
En cuanto se escribía este libro, por los
años 1980, llegaba la noticia de la muerte del Cardenal Cerejeira, antiguo
Patriarca de Lisboa.
En el lejano 1950, el señor Cardenal le
recomendaba al Padre Humberto que no abandonara a Alejandrina, pues es un
serafín que se consume de amor, y hace dos años, 1981, escribía: “Mi compañía
diaria es Teresita del Niño Jesús y Alejandrina”.
El periódico que presenta la noticia de su
muerte, presenta una fotografía del Cardenal donde aparece, junto a Crucifijo de
su mesa de trabajo, una fotografía de Alejandrina y se da la información de que
el último libro de meditación del Cardenal Cerejeira fue, por dos años, la
autobiografía de Alejandrina, escrito por el Padre Humberto Pasquale”.
Pidiendo siempre oraciones por la Causa de
la Beata Alejandrina María da Costa, informamos que toda la relación de gracias
alcanzadas debe ser enviada a la Postulación :
“Casa
Generalicia Salesiana”
Via Della Pisana, 1111 – Casella Postale 9092
00100 – Roma, Italia.
Traductora : Yolanda Astrid Avilés
Casas (Cooperadora Salesiana)
www.salesianos.edu.mx