ALEJANDRINA Y LA JUVENTUD
Septiembre 2006
«ALEJANDRINA, ¡YO QUIERO APRENDER CONTIGO!» (4)
Humildad
Una nota fundamental y muy insistente en la sinfonía espiritual de Alejandrina es la humildad. Nace pobre, en un lugar pobre e ignorado, su instrucción formal es casi nula (poco más de un año de primaria), lo que ha contribuido a su actitud humilde, pero su virtud está en mantenerse siempre humilde, aún en momentos en los que su fama está muy extendida. Por el contrario, su notoriedad la hace sufrir.
En su vida mística, extraordinaria, tan rica de virtudes, no la atribuye a sí misma, todo a Jesús, y siempre se defiende cuando Jesús la alaba.
Jesús,
¿Hay en mí alguna cosa buena, de alabarse? No, siento que no la conozco.
Pero, si la hay, te pertenece a Ti, no es mía. S (22-01-45)
Jesús mío, cuenta conmigo siempre, para ser tu víctima.
No cuentes con mi amor, sino con el tuyo, pues es con él con el que te amo; no cuentes con mi generosidad y fuerza, pero sí con la tuya: es tu generosidad, es tu fuerza la que me lleva a aceptar alegremente todo el sufrimiento. S (05-04-47)
Sólo por ti y para ti es que he vivido, nunca confié en mí.
Por tu gracia, nunca, nunca nada me atribuí.
Mi nada, mi miseria inmensa, mi inutilidad es la que me está siempre presente.. S (03-07-53)
Y volteada hacia Nuestra Señora, dice:
Tú sabes, querida Madrecita, cuán pequeñita me siento en tu presencia. Cuantas veces te he dicho que no soy digna de besar, no sólo tus santísimo pies, también el piso, no donde ellos se posaran, sino donde ellos hicieran sombra. S (02-08-47)
Su humildad se dirige siempre también al prójimo.
Siempre se despide en sus cartas con “la pobre Alejandrina”.
Escuchemos las siguientes frases:
No deseo ser más que las otras almas. Quiero para todas lo que quiero para mí: el amor más puro, más ardiente, más santo. C (26-07-39)
El dolor de algunas almas que me hieren con espinas me aflige, me esfuerzo por no pensar en sus faltas y digo:
Jesús, modélalas como tú, asemeja sus corazones al tuyo. Modela y asemeja primero el mío, porque es lo que más necesita.
Jesús, Madrecita celeste, soy la hija más indigna y más pequeñita que tienen en el mundo. S (12-07-45)
Tengamos presente que este sentirse "pequeña” no le impide aspirar a ser útil para el bien, a tornarse santa desarrollando su misión de salvación de las almas.
Dios mío, yo quiero ser pequeñita a los ojos del mundo, pero grande antes vuestros divinos ojos. C (04-11-35).
Confía en Jesús:
Él puede de la nada hacer todo. Y a la hija más indigna y pobrecita puede acumularle las mayores gracias y llenarla de las mayores riquezas.
Soy el instrumento más inútil en sus divinas manos. Si es de su divino agrado, puedo hacerme útil para todo y para todos. C (06-09-41)
¡Jesús, bendito seas! Soy tan pequeñita, soy nada. Maneja este nada a favor de la humanidad.
¡Atiende los pedidos de la más indigna de vuestras hijas! S (24-09-54)
He aquí algunas de las respuestas de Jesús:
Me agradan las almas sencillas y pequeñitas y por esta razón a las más miserables las elevo a la mayor grandeza.
¡La humildad, la humildad, amada hija, cómo me consuela!. S (04-05-46)
¡Triunfa, triunfa en tu pequeñez!
Toda el alma humilde y ansiosa de vivir escondida es grande como su Señor, triunfa con su Señor, se eleva con su Señor
El que es humillado por amor a Jesús, es exaltado en el amor de Jesús. S (28-08-53)
Terminemos con un fragmento del diálogo entre Jesús y Alejandrina:
— Mi querido Jesús, yo quisiera darte amor, darte reparación y retirar del mundo toda la maldad. Son vuestros mis deseos: de mí nada tengo, pero con lo que es vuestro mucho puedo hacer.
¡Dame luz, dame tu gracia!
— Ten confianza, hija mía: de la nada hice todo.
En las cosas pequeñitas hago las mayores maravillas. El alma humilde es todo para Mi divino Corazón.
De tu nada te elevo a la mayor grandeza, dentro de tu ceguera posees toda la luz. S (17-09-48)
