Alexandrina de Balasar

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Alejandrina y la Juventud

 Mayo 2006

 

 

ALEJANDRINA Y LA SANTA CRUZ DE BALASAR – II

La explicación del Párroco.

La Pascua obligó a interrumpir el breve estudio sobre la Santa Cruz de Balasar, que fue comenzado en marzo. Regresamos a él.

La declaración sobre la Santa Cruz, enviada por el Párroco de Balasar a la autoridad eclesiástica de la Arquidiócesis, de fecha 6 de agosto de 1832, apenas a mes y medio del acontecimiento, que tuvo lugar el 21 de junio, día de Corpus Christi. Su contenido fue confirmado en lo esencial por otras declaraciones, de los párrocos de Gondifelos y de Macieira. Estamos, por lo tanto, en el ámbito de la historia, de hecho bien documentada y no de leyenda.

Es de notar también, que el país, que venía viviendo un largo y conturbado período, parecía inminente una guerra civil, recordemos que el desembarco del Mindelo fue el 8 de julio de ese año. La victoria de 1834 tendría consecuencias terribles para la Iglesia. Así que, en ese sentido, la aparición era una señal de aliento para la fe y la esperanza, y este mensaje debía de ser claramente conocido y comprendido.

El rector, Antonio José de Azevedo, autor de la declaración, dejó de ser párroco de Balasar el año siguiente. "Su sucesor fue expulsado en 1834 y reintegrado en 1841", como informa el Padre Domingos da Soledade Silos, férreo partidario de nuevas orientaciones políticas. Estas violencias fueron bastante comunes; el exvoto de Bernadina Rosa Costa a la Santa Cruz de Balasar, voto relativo al Párroco de Touguinhó, a su modo, documenta el caso.

Parte del relato del Rector António José de Azevedo, que aquí se transcribe, puede verse en el facsímil de una copia de 1834, que se conserva en el archivo parroquial de Balasar:

Excelentísimo y Reverendísimo Señor:

Doy parte a Vuestra Excelencia, de un caso raro acontecido en esta feligresía de Santa Eulalia de Balasar.

El día de Corpus Christi próximo pasado, estando la gente en la misa de la mañana, en un camino que pasa por el monte Calvario, vieron una cruz que se divisaba en la tierra: la parte que representaba a la cruz, era de un color más blanco que lo demás, parecía que habiendo caído rocío en toda la demás tierra, en aquel sitio que tenía la forma de cruz, no había caído rocío ninguno.

Mandé barrer todo el polvo suelto de la tierra que estaba en aquel sitio y continuó apareciendo como antes, en el mismo sitio, la forma de la cruz. Mandé después lanzar agua con abundancia, tanto en la cruz como en la demás tierra alrededor, y entonces la tierra que mostraba la forma de cruz apareció de un color más oscuro del que había tenido antes.

El tamaño de esta cruz es de quince palmos de largo y ocho de ancho, en los días nublados, se ve con claridad la forma de la cruz a cualquier hora del día, y en los días soleados, se ve mejor la forma de la cruz muy de mañana hasta las nueve horas y de tarde cuando el sol empieza a declinar hacia occidente, en el espacio del día no es muy visible.

Divulgada la noticia de la aparición de esta cruz, comenzaron a concurrir las personas a venerarla, la adornaban con flores y daban algunas limosnas, y dicen que algunas personas, por medio de ella, habían implorado el auxilio de Dios para sus necesidades y habían alcanzado las gracias pedidas, tales como: que sanaran algunos animales enfermos, encontrar animales que consideraban perdidos o robados, y hasta personas habían obtenido en pocos días la salud que por enfermedades habían perdido hacía mucho tiempo.

Una mujer de la feligresía de Apúlia, que tenía lisiado un dedo de la mano, tocando la Cruz con su dedo enfermo, repentinamente quedó sana, moviéndolo y enderezándolo como los otros dedos, hecho que yo presencié junto con otras personas fidedignas.

En fin, es tan grande la devoción que tiene el pueblo a dicha cruz, que en los domingos y los días de guardar, vienen muchos, aún desde lejos, a verla y venerarla, hacen romerías tanto de pie como de rodillas, alrededor de ella y dejan limosnas, para lo que nombré a un hombre fiel y virtuoso para que las guarde.

Algunos moradores de esta feligresía, quieren que con el dinero de las limosnas se haga, en el sitio donde está la cruz, una especie de capilla. Que tenga un techo de madera, afirmado con columnas de madera y alrededor gradas, también de madera, para guardar y adecentar esta cruz y además, dentro y de frente de la cruz dibujada en la tierra, poder levantar otra cruz, hecha de madera, bien pintada, con la imagen de Jesús Crucificado, pintada en la misma cruz.

Yo no he querido unirme a este deseo, sin dar parte a Vuestra Excelencia de lo acontecido y no quisiera hacer dicha obra sin la licencia de Vuestra Excelencia, persuadido de que ni yo, ni los moradores de esta feligresía somos autoridad para disponer a nuestro arbitrio del dinero de las limosnas, que además, por el momento, es poco dinero para hacerse una obra tan dispendiosa como la que necesita el proyecto.

Sírvase Vuestra Excelencia determinar su parecer y lo que debo de hacer al respecto.

Santa Eulalia, de Balasar, a los seis días del mes de agosto de mil ochocientos treinta y dos.

Soy de Vuestra Excelencia el súbdito más reverente,

Rector António José de Azevedo

El buen sentido con que actuó el rector António José de Azevedo es loable, sobre todo si tenemos en cuenta el clima de agitación que reinaba en la misma Arquidiócesis: ni superstición exagerada, ni repulsa obstinada. Hechos son hechos, parece que le dice a la autoridad bracarense y nos dice ahora a nosotros.

Para terminar recordemos esta cita de la página de marzo:

Hace más de un siglo que mostré la cruz de esta tierra amada, cruz que vino a esperar a la víctima. ¡Todas son pruebas de amor!

Oh Balasar,¡ si no me correspondes!...

¡Cruz de tierra para la víctima que de la nada fue quitada, víctima escogida por Dios y que siempre existió en la mirada de Dios!

¡Víctima del mundo, pero tan enriquecida de las riquezas celestes que da al Cielo todo y es por amor a las almas que acepta todo!

La vida de Alejandrina se inscribe en un plano de más largo plazo. Jesús le dice una vez, si no me equivoco, que la entrevió cuando agonizaba en la Cruz.

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