Alexandrina de Balasar

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ESCRITOS DE LA BEATA ALEJANDRINA

― 25 ―

SENTIMIENTOS DEL ALMA 1944

Febrero

Sentí a mi alma desprenderse de la tierra y subir a lo más alto, quedando a vivificar mi cuerpo que quedó abajo como si una corriente eléctrica le sirviera de unión entre los dos. Este desprendimiento le costó inmensamente a mi cuerpo, cuyos ojos se fijaban en Jesús crucificado para alivio de sus dolores. Mientras tanto, mi alma se sintió en el regazo de la Madrecita, sosteniendo junto conmigo a su hijo muerto.

Este hecho dio luz a mi inteligencia dándome a conocer que lo que Jesús me prometiera el 15 de agosto de 1943 se iba realizando no en la forma que yo consideraba más natural, esto es, que yo habría ido para siempre para el Cielo, pero que iría para volver.

Esta luz no fue impresión de un momento, sino una nueva transformación que se operó en mí y que me obligó a decir que ciertamente no había muerto, pero que Jesús se refería con certeza a ese nuevo estado de mi alma.

Me convencí de tal forma de nunca más en dar, en el día marcado por Jesús, la muerte real. 

13 de Mayo

Nueva transformación de mi alma: Murió por completo aquel pequeño soplo de vida. Ya no siento aquella respiración que de lejos a lejos sintiera. Vive en mí el dolor y ese dolor es de toda calidad y especie. Morí, morí para el mundo y para las criaturas. Todo bajó a la tumba para quedar para siempre sepultado.

¡Dios mío qué horrror! Ya no vivo, sólo vive mi dolor amado, sólo vive mi inexplicable martirio. ¿Podrá ese dolor, sin mi vida, dar la vida a las almas? ¿Podré ser útil a la humanidad? ¿Oh Jesús, oh Jesús, puedo así amarte y consolar a tu santísimo Corazón?

¡Pobre de mí! Después del odio, del abandono, después del olvido, del desprecio, bajé a mi sepultura, ya vivo en la eternidad y sin que me des a mi Padrecito y sin tener de nuevo aquí la Santa Misa. Nunca más, Jesús mío,nunca más puedo tener alegría, a no ser con los ojos puestos en Vos. Puedan de nuevo darme todo lo que me robaron, siento que para mí todo es muerte y que ya es tarde para que me sea restituido aquello que yo más amaba y estimaba después de Vos, mi Jesús. ¡Ay de la Santa Misa! ¡Mi director espiritual! Y todo lo demás, Jesús mío, todo lo demás. ¡Qué horror! ¿Cómo resistir tanto? No fui yo, mi amado, fuiste Vos en mí,fue Vuestro Amor.

Agradecida, mi Jesús, continúa dispensándome, dame fuerza. Mi eternidad no tiene luz: es una eternidad que no os ama, que no os alaba, que no os ve, que no os goza. Tremenda eternidad. No ver a Jesús es una eternidad de muerte.

Sólo el dolor triunfa sobre la muerte. Es lo que vivo en la eternidad que siento. Sea cual fuere el estado de mi alma, Jesús, abrázame, cumple tus santas promesas. Espero, espero confiada en Vuestro amor. Jesús dale vida a las almas con mi muerte, con mi eternidad. Dales Vuestra eternidad, dales el cielo, el cielo, Jesús. 

29 de Mayo

Estsaba en grande aflicción y, después de recibir a Jesús, me desahogaba con Él pero sin obtener respuesta. Pero Él, bueno como siempre, se dignó aliviarme:

—  Hija mía, dile a tu hermanita que estoy por ver hasta que punto llega su confianza en Mí. Ella desempeña en tu calvario el papel que junto conmigo, desempeñó mi Bendita Madre. Dile que espero mucho de ella. Si así no fuese, no se asociaría tanto a tu martirio.

—  Ve, ten valor. Satanás está rabioso, extiende sus garras infernales. Confía, él no vence. Ella es una insensata: usó para Vos con la mayor de las ingratitudes, pero perdónale todo en tu corazón. Así como Yo le perdono. ¡Si supiese cuanto sufro! Me recibe fríamente, por hábito, por rutina. ¡Qué tristeza para Mi divino Corazón! 

16 de Junio

Fue el día 16, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. No lo puedo olvidar: Jesús, repetidas veces, había confirmado lo que me había dicho y prometido en el principio de mi crucifixión, que era un premio que yo me dejara crucificar, que estaban las puertas del infierno cerradas desde el medio día del viernes hasta la media noche del domingo, la media noche del sol. Cuando mi Jesús dio por terminada mi crucifixión, o antes, cuando cambió la forma de crucificarme, continué recordando a Nuestro Señor los viernes a la hora de costumbre, para que continuasen cerradas las puertas del infierno, porque me juzgaba con el mismo derecho. Pues fuistes Vos quien me negaste la crucifixión, yo no fui a negarla, así dije yo. Vino Nuestro Señor, llegó hasta mí y colocándome en los brazos de la Madrecita me dice:

— Hija mía, ven a descansar y consolarte en los brazos de tu Madrecita. Eres acariciada y calentada por Jesús y por María.

Sentí entonces las caricias de los dos.

— Eres envuelta por los Ángeles.

Voy a decirte, hija mía, los días que tienes que tener más en cuenta para que esté cerrado el infierno. Te doy el jueves en la tarde en honor de mi Eucaristía y por el amor que tienes a Ella y por el que Me llevó a quedar preso allí, pasando así hasta el viernes en la mañana. Te doy el miércoles de mañana en honor de mi querido padre San José, a quien tanto amas. ¡Hija mía, cuando deseo verlo amado! Mira, hija mía,quiero, exijo que digas a quienes tuvieren esa devoción firme inconstante, que no me ofenden gravemente a punto de perderse.

Pedí además a Nuestro Señor que me diese dos horas del lunes y del martes: no escojo horas, Jesús, pero quiero que sean aquellas que más almas fueran a caer en el infierno.

— Sí, mi encanto, te doy todo, por el amor con que te dejas crucificar. 

25 de Junio

Fue al caer la tarde, ya el sol estaba casi a extenderse en la noche, pero para mí no había habido sol ni día: todo era noche. El desánimo, el abatimiento, la lucha constante que sentía en mi alma eran casi insoportables. Dios mío, antes el infierno que perderte. ¿Qué de hacer a esto? Jesús, Madrecita, cuidénme, no me dejen caer,

Dios mío, Dios mío, el Cielo parece que no existe. Continúa la lucha y el tormento de las dudas y de nada vale mi grito a los Santos. Confío, Jesús, confío, Madrecita, pero el tiempo pasa, para mi no hay socorro, siento el abandono de la tierra y del Cielo. ¡Jesús, Jesús, pobre de mí! No quiero engañarme ni engañar a nadie.

Nueva prueba de amor de Jesús: vino a levantarme del abismo de las tinieblas y de la muerte. Me toma en sus divinos brazos, me inclina hacia su divino lado, me da de beber la Sangre de su divino Corazón. ¡Qué maravilla! ¡Qué bondad infinita! Sentía la sangre del Corazón de Jesús pasar hacia mí con toda abundancia. Y Jesús, lleno de dulzura, iba diciéndome:

— Valor, hija mía, consuélate. Mi divina Sangre, mi Carne son tu alimento y tu vida.

Jesús me llenó, me resucitó: rayó el día, brilló el sol y me alumbró con sus rayos. Ya el mundo no puede nada contra mí. ¡Oh, cómo es bueno Jesús y que ingrata soy yo para con Él! 

3 de Julio

No sé si es debido a mi sufrimiento, pero quedé en una gran postración y cási como que olvidaba lo que de (Jesús) había recibido. Dios mío, ¡qué estado de mi alma!

De repente vi a Jesús frente a mí, clavado en la cruz, y después desapareció. Si me sentía muerta, muerta continué: la vida parecía no existir para mí. Pasaron unos momentos.

De nuevo vino mi Amado, pero esta vez lleno de encantos. Es el Corazón Santísimo de Jesús. ¡Su divino Rostro era tan bello! Todo era brillo, todo era luz. Se acercó a mí y me acercó al mismo tiempo que me entregaba su divino Corazón con una gran llaga de la cual salía una enorme llama dorada que podía incendiar y quemar a todo el mundo. 

— Guarda en ti hija mía mi divino Corazón, para que los pecadores no puedan más herirlo.

No sé cómo elcorazón de mi Jesús se fundió en mí. Se pierde en mí y yo en él. ¡Oh, cómo es grande el amor de Jesús!... ¡Qué transformación la de mi alma! Ya tenía vida, valor y fuerza para caminar.

El sufrimiento, cómo es dulce cuando es llevado por amor a Jesús. Pero, cuánto cuesta querer consolar y no poder, guardar su divino Corazón para satisfacer sus santísimos deseos y no saber cómo. Pobre Jesús, a quien entregaste Tu corazón a guardar. ¿Adónde, Jesús, podré esconderlo para que no sea más herido? Yo soy miseria y podredumbre. Transfórmame, purifícame y después entra en mí. Os amo y soy vuestra.

 

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