Alexandrina de Balasar

SÍTIO OFICIAL - OFFICIAL SITE - SITE OFFICIEL - SITE UFFICIALE - OFFIZIELLER SITE

ESCRITOS DE LA BEATA ALEJANDRINA

— 2 —

 

En el mes en que los restos mortales del Padre Mariano Pinho llegan a Balasar, leamos uno de los coloquios en que Jesús promete que le subirá a la honra de los altares: “Hija mía, dile a tu Padrecito que le tengo reservado el Cielo, junto al trono divino, entre los santos, lugar de honor y de gloria. Haré que desde la tierra suba a la honra de los altares”. Este coloquio es del 7 de mayo de 1949, y existe otro del 1 de noviembre de 1952, día de Todos Santos, que tiene una promesa muy parecida: “Dile a tu Padrecito que los elegidos del Señor lo esperan. Será contado entre ellos, con mis santos, será honrado en la tierra; y como ellos, subirá a la honra de los altares”.

Los temas del escrito del 7 de mayo son principalmente dos: el ansia de poseer al Amado y el sufrimiento que repara los crímenes que se cometen en el mundo.

Como es primer sábado, no faltan los acostumbrados incentivos de las personas que luchan junto con Alejandrina, el Padre Pinho y el Dr. Azevedo.

 

Es de tal forma el hambre que siento de pureza y de amor que me obliga a repetir muchas veces: No me dejes morir con esta hambre que me consume, Jesús mío.

Fue así, hambrienta, como me preparé esta mañana para recibirlo. En el momento en que mi Jesús bajó a mi corazón, me pareció que Él me lo robó y en lugar del corazón dejó un vacío tan grande que no lo podía soportar, no había qué me lo llenase.

Quedé anhelante, entonces es que moría de hambre. El tiempo fue pasando sin que yo poseyera a Aquel que tanto ansiaba. Oí su voz, la voz de mi Deseado, que me decía:

— Hija mía, hija mía, eres toda mía, es mío tu corazón, lo fundí con el mío, son dos en uno solo.

Sólo Yo basto para llenarte y satisfacer tus ansias.  El vacío que hice en ti fue para llenarlo de mis riquezas: darte la pureza, la dulzura, el amor que tanto ansías.

Me consuela tanto ver en ti esas ansias dolorosas en mi apoyo. Te lleno, porque todo esto es para darle fuerza a tu dolor, y todo esto quiero que se lo des a las almas: estoy loco por ellas.

Soy mal correspondido. ¡Cuánto sufro al verlas seguir el camino de la perdición! ¡Cuánto sufrí al ver mi divina Sangre pisoteada, desperdiciada! ¡Cuánto sufro al ver caer sobre la tierra culpable la justicia de mi Padre Eterno!

No puedo ver que haya contra Mí tantos crímenes. ¡Qué locura la mía de amor: amo y no soy amado!

El Corazón divino de mi Jesús era una llama de fuego. Oí sus suspiros y vi en su sagrada faz correr copiosas lágrimas.

O mi Jesús, mi amor, no llores, seca esas lágrimas pero no ceses de amar. Ten mi cuerpo para que sea vuestra víctima. Es poco, es nada. Torna meritorios mis sufrimientos convertidos en vuestra santa Pasión, para poder reparar tantos crímenes.

Las lágrimas cesaron y el fuego del amor de Jesús continuó.

— Es mi encanto, la loquita de Jesús y la loquita de las almas. Me obligas a perdonar y a olvidar por más tiempo tantas iniquidades

Hija mía, dile a tu Padrecito que le tengo reservado el Cielo, junto al trono divino, entre los santos, lugar de honor y de gloria.

Haré que él suba en la tierra a la honra de los altares. Es el premio por su confianza, por su perseverancia y fidelidad a mi gracia y por todo su sufrimiento en silencio.

¡Cuánto consuelo llevó a mi Corazón divino!

Dale mi amor en abundancia, para que lo dé a las almas y desempeñar la misión que le escogí.

Dile a tu médico que estoy con él, que siempre le asisto en sus aflicciones y cuidados. Siempre acudo con mi bendita Madre hasta todos los que me invocan y confían en nosotros, mucho más vamos en socorro de aquellos que cuidan mi divina causa y amparan a mi esposa y víctima más amada.

¡Qué nada tema! Yo no lo dejo vivir sin espinas y lo hago de esta forma para unirlo a Mí y no dejar a sus seres queridos.

¡Cómo es grande para todos mi Amor! Yo recompenso a quien bien me sirve.

Ven, mi Madre bendita, ven hasta nuestra hijita.

Veo a la Madrecita de los Dolores, con un manto rojo, bordado en oro, saetas en el Corazón, triste, muy triste y me toma en su regazo, me estrecha junto a Ella, me acaricia y me dice:

— Hija mía, te quiero en mis brazos, así como tuve en el Calvario a mi Jesús. A Él lo tuve muerto por la humanidad, a ti te tengo para consolarte, para que puedas continuar siendo la grande víctima de esa misma humanidad.

No niegues a Jesús tu dolor. Son tantos y tan graves los crímenes. El mundo está en inminente peligro. El Corazón de tu y mi Jesús ya no puede sufrir más en unión con el mío.

Sufre, sufre por las almas, no consientas que la Sangre de Jesús se pierda.

En ese momento, la querida Madrecita rompe en lágrimas. No quise seguir descansando en sus brazos, me lancé a su cuello y le dije:

No, no, Madrecita, no quiero que llores. No tengo con que enjugar tus lágrimas, pero ten a tu Jesús.

Cogí con mis manos la túnica de Jesús y con ella las enjuagué.

Sólo Jesús, querida Madrecita, sólo Él puede suavizar vuestro llanto: no llores más. Lo amo a Él con tu amor, te amo a ti con el amor de Él. Nada les niego. Quiero ser siempre víctima de vuestros dolores.

La Madrecita, con aire más sonriente, me cubrió de besos y de caricias. Jesús continuó hablándome:

— Hija mía, en este mes consagrado a mi querida Madre, pídele a las almas amantes de nuestros Corazones que redoblen su amor y hagan en su honor cuanto puedan que sea suavizados su dolor. Ella sufre tanto al verme sufrir.

Sufre con nosotros, haz que muchas almas te imiten. Pide a nuestros Corazones lo que quieras, nada de bien te será negado.

— Ó Jesús, toma en cuenta mis intenciones, acuérdate de quién me acuerdo ahora.

— ranquilízate, nada hay que temer, confía en Mí. Ve en paz a tu cruz, vívela como en el Tabor. Lleva a todos los que amas, a los que te protegen y amparan, lleva toda la ternura, todo el amor de Jesús y de María.

— Gracias, Jesús, gracias, Madrecita.

Para qualquer sugestão ou pedido de informações, pressione aqui :