SENTIMIENTOS DEL ALMA
1943
18
de septiembre
― ¡Hija mía, amor, amor,
amor! Tu corazón es mío y es uno solamente, estás toda transformada
en mí. Yo soy tu vida: no tienes la vida humana, tienes la vida
divina. No tienes la vida en la tierra, vives la vida del Cielo. Tu
vida tendrá siempre
espinas,
una espina penetrará otra espina y así crucificada a mi semejanza
pasarás al Cielo, clavada en la cruz por amor a Mí. Hija mía, pídeme
lo que quieras: en nombre de mi divina Sangre y en nombre de los
dolores de mi Madre Santísima, todo lo alcanzarás.
2
de otubre – Primer sábado
― Estoy recreándome en mi
palacio; palacio lleno con los tesoros divinos. Es riquísimo tu
corazón: ¡Qué bello adorno para mí, hija mía! Gozo en ti, me alegro
en ti, tú eres el jardín perfumado, tú eres el jardín adornado con
todas las flores. Y yo gozo por ser Señor de todo esto; yo gozo por
poseer el aroma de flores tan bellas. El mundo no te conoce, amada
mía. Te conozco Yo, te conoce Jesús. Eres bella, eres bella, eres
rica, rica serás en la tierra y en el Cielo.
Quienes llamen en tu
nombre, cuando ya estés en el Cielo, no llamarán en vano. Vas a ser
poderosa con el Todo-Poderoso.
Las palabras de tu Esposo
Jesús van a cumplirse, van a cumplirse letra a letra, mi amada. Tus
espinas se convertirán en rosas, tu martirio se convertirá en un
paraíso.
Todo, todo, la salvación
para los pecadores, el consuelo para Mí. Brilló el sol, apareció la
luz. Brilla ahora la luz de los humildes: triunfan y serán
exaltados.
Hijita mía, encanto mío:
dile a tu Padrecito que el fuego de mi divino Corazón se extiende
sobre él. Mi morada divina es morada de él, es el horno donde él ha
de habitar siempre, siempre, en la tierra y en el Cielo: Por su
humildad voy a darle el poder de atraer hasta mí todas las almas,
ansiosas por poseerme y las que andan apartadas de mi divino
Corazón.
Soy Yo, Jesús, que hablo
siempre en sus labios. Cuando extiende la bendición sobre mis hijos,
soy Yo quien los bendice. Le doy todo el poder en la tierra para que
abrase los corazones y las almas y convierta los pecadores. Que
espere todo de Mí, así como Yo recibo todo de él.
Hija mía, dile a tu
médico, que a la sombra del manto de mi bendita Madre y al calor de
los rayos de mi divino Corazón está su hogar, bendecido por
Nosotros. Será el jardín cultivado por Nosotros; Yo y María seremos
los jardineros. Si me es fiel, será el hogar más rico de todo
Portugal, rico en gracias, rico en amor, rico para el Cielo.
Te doy todo lo que es mío,
mi amor, para que tú lo des en mi nombre a los que te aman, a los
que te rodean, a los que te amparan y te protegen. Te doy todo lo
que es mío para que tú lo des a toda la humanidad, de quien te he
nombrado protectora.
― Mi Jesús, estoy
avergonzada, ¡Me siento tan pequeñita! Yo sólo merecería el
infierno, no soy digna de vuestras gracias. Distribuye tú tus
gracias. Toma mis manos, úsalas, acepta mi cuerpo, sea siempre
vuestro instrumento; trabaja, Jesús, no ceses nunca. Las almas se
pierden, el mundo está en peligro.
― Hijita, recibe las
caricias de tu Jesús, de tu Madrecita, recibe nuestro poder. Eres
toda nuestra, hijita, eres la esposa de mi Jesús. Recibe de nuestros
besos, consuelo para todo.
― ¡Gracias, gracias,
Madrecita! ¡Gracias, gracias, Jesús!
31 de octubre – Transformación del alma
En el día de Cristo Rey,
sentí como si muriese mi cuerpo y mi espíritu, y acabase por
completo mi existencia en el mundo. Es indescriptible el dolor que
eso me causó. Pero aún más: me sentía en el Purgatorio. ¡Qué dolor,
Dios mío, qué dolor! Hace días que sentía como si pasaran sobre mí
unas llamaradas, juzgando en que era el efecto de la sed ardiente
que continuamente sentía, pero me engañaba.
Esas llamaradas
continuaban, no eran llamaradas del fuego en la tierra: tenían un
brillo encantador. Pasaban por mí horas seguidas, atormentando mi
cuerpo y todos mis sentidos. Subían a mayor altura y todo mi ser
quedaba embebido en ellas. Me causaban dolores indecibles. A pesar
de eso, sentía necesidad de sumergirme en ellas, para así
purificarme.
Como la mariposa loca por
la llama, yo estaba también loca y quería de brazos abiertos entrar
en aquel fuego que atormentaba pero no destruía, viviendo sólo una
ansia: liberada de esto voy hacia mi Jesús. Yo no sabía el
significado de todo este sufrimiento. Sabía sentir y nada más. Jesús
vino a explicarmelo.
6
de noviembre – Primer sábado
― Hija mía, estás en la
posesión de tu Dios. Tu vida no tiene nada de humano, es sólo
divina: Vives aquí sólo la vida del Cielo. El adorno que doy a mis
esposas más queridas son espinas y de las espinas más agudas.
Transfórmalas con tu dulzura y con tu amor, que todas se vuelvan
piedras preciosas.
¡Qué encanto, qué riqueza
es tu corazón, mi paloma bella! El armiño no se mancha, cada vez es
más blanco y más puro.
Hija mía, ¿Sentías morir a
tu espíritu? Fui Yo que así lo permití: murió para el mundo, pero
vive más y mejor para el Cielo.
La aflicción que sientes
del fuego del Purgatorio es la verdad, es la realidad. Estoy
purificándote para que después de tu muerte no tengas que ir, vas
directamente a Mí.
Así lo quiere mi bendita
Madre, para que sepas lo que sufren allá las almas que nos son
queridas.Que lo conozca el mundo, sufre todo, ofrécelo por ellas.
Pero no temas, amor mío,
mi encanto, estás amparada por mí y por mi bendita Madre, no caes,
no vacilas.
Estamos encantados
contigo, Ella y Yo velamos por ti, más, mucho más de lo que aquella
madre que día y noche vela por su hijito. Tú eres la alegría de
Jesús, eres la alegría de María. Al contemplarte, olvidamos los
crímenes de la tierra culpable, de la humanidad perdida sin ti.
Pronto, dentro de poco vas
para el Cielo, pero confía, hija mía, tu Padrecito viene. Su misión
no acabó, continúa, continúa en cuanto vives y después de tu muerte.
Él es joya de mi Compañía,
por eso lo escogí para guiarte hasta Mí. Lo amo más que a las
pupilas de mis ojos-
Dile que nuevamente le
mando todas mis riquezas y el amor y la gracia para atraer las almas
hasta Mí. No tarda, hija mía, para darte la luz que necesitas.
También dile a tu médico,
encanto mío, dile, afírmale con toda verdad que por la misión que le
confié, por la misión que te dije respecto a él, que con tanto amor
y buena voluntad va desempeñando, le daré la luz y la gracia para
desempeñarla con su esposa en la misión de su hogar, para guiar y
encaminar por los caminos más seguros a los hijos hasta Mi. Mis
bendiciones y amor caen sobre ellos con toda abundancia. Son míos,
todos míos, todos para Mí, todos para el Cielo.
― Jesús mío, humillada y
confundida estoy delante de Ti. No merezco nada, muy agradecida,
Jesús.
― Pues si nada mereces,
hija mía: Yo hago que todo lo merezcas.
Te crié así bella y
encantadores ante mis divinos ojos, y ante los ojos de mi bendita
Madre.
Recibe nuestras caricias,
recibe todo nuestro amor, recibe toda la luz y la gracia del divino
Espíritu Santo con la promesa de que no te engañas y de que mis
benditas promesas serán cumplidad.
― ¡Oh mi Jesús, Oh mi
Madrecita, son caricias de Madre, pero sólo de una Madre como Vos!
¡Qué dulces son
vuestros besos, Madrecita, lléname de Vos, dame fuerza para vivir,
valor para combatir! |