ESCRITOS DE LA BEATA
ALEJANDRINA
— 5 —
Coloquio
cantado
El texto que presentamos este mes es un coloquio (o
éxtasis) cantado. Porque parte de él fue cantado por Alejandrina.
Existen varios del año 1953, pero ya anteriormente habían coloquios
cantados (cantaba en éxtasis), especialmente en el año de 1938 y
años siguientes. Recordando que Alejandrina era una excelente
cantante, estos coloquios, aún por imprevistos, han de haber sido un
bellísimo espectáculo. También existieron momentos en que aún cuando
no cantó de improviso, sí cantó himnos litúrgicos.
16.10.53 – Viernes
No me
muevo, no doy un paso dentro de mi eternidad. Es y será siempre la
misma, está siempre en su principio.
¡Cuánto
dolor, cuántos misterios en esta eternidad! ¡Si supiera hablar de
ella!
Yo sé.
Yo siento que en ella está el poder y la grandeza de Dios. Toda la
eternidad es de Dios. Toda ella está basada en Dios. Así como Él, no
tiene principio ni tendrá fin.
¡Cómo
es grande todo esto, Dios mío, como es grande todo esto!
Si mi
ignorancia me dejase hablar, si mi ceguera me dejase ver, si mi
inutilidad no me robase todo, yo podría hablar y guiar, ser útil al
servicio del Señor.
Nada
soy, nada poseo, nada valgo. Veo en mí al pecado con toda su maldad,
soy un mundo de vicios, soy un infierno de odio y de sublevación
contra el Señor.
¡Oh mi
Dios, oh mi Dios, no me faltes! ¡Ay de mí, sin vuestra fuerza en el
estado del alma en que me encuentro!
Sufro
el dolor de vuestra pérdida, pero no desisto de mi sublevación y
odio contra Vos. Váleme, Jesús. Váleme, Madrecita. Sólo con vuestra
fuerza y con el amor de vuestros Corazones soporto mi cruz.
Siento
que estoy abandonada del Cielo y de la tierra. Variadas espinas no
temen ir en contra mía y herirme, el peso de las humillaciones me
aniquila, me hace desaparecer. Tengo que esconder tantas cosas,
tanto dolor, las tengo que sufrir en silencio. Sólo con los ojos
puestos en Vos y abandonada de Vos.
No
puede ser más sabio aquél que sabe comprender el dolor. No puede
usar de mayor caridad aquél que se compadece de ella.
Señor,
Señor, Padre mío, sin ningún sentimiento de confianza ni de
esperanza, confío y espero en Vos. Soy vuestra víctima.
Vendí
mi Huerto y mi Calvario. Fueron estos mis sentimientos que tuve
ayer, cuando estaba postrada en el suelo del Huerto. Vendí los
méritos y la Sangre de Cristo, vendí mi salvación y fui hacia la
perdición.
Sudé
sangre y la regué en la tierra. Más tarde rasgué mis vestidos y con
este gesto, le rasgué el corazón a alguien que estaba dentro de mí.
Hoy, en
el viaje hacia el Calvario, procedí igual, huyendo de Cristo y
vendiendo cuanto era de Cristo.
Su
dolor era infinito. Y yo, de lejos, muy de lejos, lo arrastré por
tierra y le destrocé el corazón.
Llegué
al final de la montaña, o mejor, llegó hasta allá mi maldad para
crucificarlo.
Continué con mi traición y mi crueldad. No hice otra cosa sino
golpearlo y ofenderlo. Hasta que Él expiro, dio su vida por mí. Y
en ese tiempo el amor de su divino Corazón se exprimió, abundó en Sí
en toda la humanidad.
Quedé
también como muerta, como si mi espíritu se separase de mí. No fue
por mucho tiempo. Jesús se apresuró a darme vida y me habló así:
-Vine a
traer la paz al mundo. Les doy la paz, hijos míos. Les doy mi amor,
todo el amor de mi divino Corazón.
Desciendo del Cielo, desciendo del Cielo y entré en este corazón
puro. Es puro porque posee la gracia y las delicias, porque me
deleito en él.
Estén
atentos, muy atentos. Desciendo del Cielo, entré en este corazón, no
nada más para este corazón, sino también para vuestros corazones.
Es por
este canal que me comunico con ustedes. Es por esta víctima que Yo
me doy a ustedes.
Descendí para las almas y no para ti, esposa querida.
Tu
coloquio es de dolor. La vida que Yo doy es vida de perdón y de
amor.
Voy a
terminar en breve con este prodigio maravilloso, con esta riqueza
divina.
¡Las
almas, las almas! Felices de aquellas que se aprovechan de las
gracias concedidas en este calvario.
¡La
almas, las almas! Felices las almas que por esta luz se dejan guiar
e iluminar.
Si mis
coloquios fueran sólo para ti, sólo a ti te hablaría, como hice en
los primeros años de vida íntima, de unión contigo.
¡Adelante, adelante heroína, adelante, loquita de las almas, loca
del sagrario, loquita de la cruz!
Valor,
valor, el Señor está contigo, aunque no lo sientas, aunque te
persuadas de que Él te huye.
Tu vida
en la tierra es para que más y más glorifiques tu cruz en el Cielo.
Será cruz resplandeciente, cruz triunfadora, cruz de salvación.
Valor,
valor hija mía, el fin de tu vida en la tierra es para que salves
muchas almas. Tu tormento indecible, tu tormento incomprensible es
bálsamo, es la salvación de millones, de millones de almas; bálsamo
para sus llagas, salvación para sus almas.
-¡Oh
Jesús, oh Jesús, no sé como he de vivir!... No permitas que pierda
mi confianza en ti. No me dejes desfallecer.
Te
consuelo, Jesús, con la salvación de tan grande número de almas que
me dices. Soy tu víctima, no me faltes, Señor. Soy tu víctima.
Confío en Ti.
-¡Confía, confía, heroína fuerte! ¡Confía, farol del mundo! Confía,
apoyo de mi Padre!
Has de
perseverar hasta el fin. Ya te prometí la perseverancia. Hoy mismo
renuevo la promesa. Has de perseverar, has de perseverar hasta el
final.
En
medio de tus faltas es donde me escondí, fuiste siempre fiel a mis
gracias, correspondiste a mi amor.
Te crié
para las almas y tu noble misión continuará en el Cielo. El fuego de
mi amor por ti será dado al mundo, aún desde el paraíso.
Ven a
recibir la gota de mi divina Sangre.
Escucha
el choque, el grande choque de nuestros corazones. Como de costumbre
se unirán el corazón de Jesús al de su esposa y víctima. La gota de
la Sangré pasó. Pasó el alimento puro que te hace vivir.
Haya
luz, haya luz. Hágase la luz. Oye y atiende el mandato del...
(Con una fuerte voz, cantó estas frases, con un tono muy hermoso:)
¡Al
tiempo que Yo toco
al
corazón del hijo que hirió
y rasgó
mi corazón.
Ven a
Mí, mi hijo,
ven a
Mí, hijo mío,
ven a
Mi, mi hijo,
ven a
Mí, hijo mío!.
Ven a
mi corazón, ven al Corazón del Señor,
del
Señor que es tuyo, que es tuyo!...
¡Oh
Jesús, que nostalgia me das! mi Amor, ¿quieres dejarme, quieres
dejarme en esta forma? ¡Bendito, bendito seas!
-
Valor, hija mía, es una luz y te será dada hasta el término de mis
coloquios.
Valor y
coge tu cruz. Es una prueba más de mi amor. ¡Valor!
Es una
invitación más para los hombres, es una luz más, para que se haga la
luz.
¡Habla
al mundo, habla a las almas, habla a las almas!
Háblale
al mundo para el que fuiste creada. Habla a las almas pues eres
portadora de la voz de Jesús.
Habla
al mundo e invítalo a la penitencia, a la oración y a la enmienda de
su vida. Háblale al mundo y dile que Jesús quiere reparación.
-Oh,
Jesús mío, perdón, amor mío, perdón para el mundo, perdón para el
mundo. No te olvides de mis pedidos y de todas mis intenciones.
Perdón,
perdón.
Gracias, Jesús, gracias, mi Amor. |