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ESCRITOS DE LA BEATA ALEXANDRINA

“SENTIMIENTOS DEL ALMA”
— 1945 —

5 de enero, viernes.

Siento necesidad de escribir y no quisiera decir nada de lo que llevo en el alma. Lo hago por obediencia.

¡Qué tristes horas transcurren para mí, qué gran agonía se ha apoderado de mi alma! Siento que tantas calles son bañadas con mi sangre. Veo tanta revuelta e indignación. ¡Estoy tan humillada! Mi cuerpo está como una completa llaga. La sangre de la cabeza, a causa de las espinas, baña todo mi cuerpo. De brazos abiertos yo me entrego a la cruz, me dejo crucificar. Estoy en un clamor continuo:

Padre, Padre mío, ¿también tú me abandonaste? Soy tu víctima, me doy a ti por las almas.

Oh Dios mío, si en mí estuviera, preferiría el infierno en vez de este sufrimiento y del tiempo de mis diálogos contigo. Sí, mi Jesús, si yo estuviera en el infierno, en vez de hablarte y hablarme tú a mí, no temería engañarme ni engañar a nadie y no sería tan perseguida por el mundo. ¡Perdóname, Jesús, perdona mi desahogo! Es el horror que siento por el engaño, por la mentira; es el temor que me tengo a mí misma, es el miedo a los viernes. ¡Ah! ¡Si ellos desaparecieran y desapareciera yo también en tu amor infinito!...

Venga todo el sufrimiento, venga la cruz, venga la muerte, lo abrazo todo; soy tu víctima, Jesús.

De estos sufrimientos pasé hacia una anegación de luz, paz y dulzura. Jesús se tardó en hablarme, me dejó gozar por bastante tiempo de aquello que era de Él. Después me habló:

— Hija mía, llena de gracia, pureza y amor; hija mía, rico tesoro de aquello que es divino: estás llena de gracia, pureza e amor, eres rica de lo que es divino, porque has guardado en ti con sumo cuidado, esmero y amor, lo que del cielo te ha sido dado. Correspondiste a la gracia, estás llena de gracia.

Hija mía, fuente divina, fuente de toda la humanidad: eres fuente divina, porque en ti existe todo lo que es divino. Eres fuente de la humanidad, porque a ti viene ella a beber y a purificarse; eres agua pura, eres fuente de salvación.

Hija mía, himno de alabanza, de amor y reparación. ¡Si pudieras ver la alabanza que he recibido, el vasallaje y los homenajes angélicos que me han sido dados en el cielo por la reparación que me diste, por las almas que salvaste con el dolor con que te dejaste inmolar! Fue un año lleno de amor, fue un año lleno de salvación.

Hija mía, flor angelical, mimo de la Trinidad divina, mimo de María, mimo de toda la corte celestial: el dolor que sufriste ha embellecido al cielo, está adornado con él, está escrito con letras de oro y piedras preciosas.

Está escrita también la ingratitud y la maldad de los hombres contra ti y contra mi divina causa. Te espera un año lleno de amarguras y también lleno de alegrías, experimentadas solo por ti como sol brillante que aparece para rápidamente esconderse entre las nubes.

Nada temas, esta es tu vida. Es vida que da la vida, es dolor que da amor. No te preocupes por nada de lo que hiciste, de lo que sufriste, de lo que amaste. No sufriste, no diste, no amaste por ti, todo me lo diste a mí. No podrás ver nada en el mundo, todo pasó hacia la patria celestial; todo está en poder de tu Rey, de tu Esposo. Todo lo verás, cuando tengas tu encuentro eterno conmigo.

Súfrelo todo, acepta todo con alegría. Agita tus alas blancas, tus alas de blancura como la paloma cansada vuela a lo lejos en busca del alimento que da vida a sus pichones. Tú eres la vida de las almas, la madre de los pecadores, la reina del mundo, la reina del amor.

Hija mía, espejo cristalino donde toda la humanidad ha de verse y a imitación tuya transformarse.

Anhelo, anhelo verte en mi Patria, para que todo el mundo conozca y aprenda de tu vida, hija mía, escuela sagrada de las ciencias divinas.

Ánimo, vida que das la vida, dolor que das amor. Recibe mi amor divino para levantarte de tu desfallecimiento y para recibir la vida de la cual vives.

Mi corazón recibió una infusión de amor, sentí las ansias que Él tenía de verme en el cielo y sentí los homenajes que los ángeles daban a Jesús al entonarle un prolongado himno de grande loor y agradecimiento.

¡Oh, cuánto me costó separarme de Jesús para vivir aquí!

¡Qué diferencia entre el cielo y la tierra, entre el amor de Jesús y el de las criaturas!

Tradución: Alejandro Carbajal

 

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